El director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación MAPFRE analiza las causas de los accidentes de tráfico en España y apuesta por un cambio social para reducir los siniestros. 

Jesús Monclús (Zaragoza, 1969) es uno de los mayores expertos de nuestro país en eso que tenemos que empezar a llamar violencia vial. Este doctor ingeniero industrial, reconvertido en analista de seguridad tras una beca Fulbright en Estados Unidos, se autodenomina «activista de la prevención» y ejerce desde hace siete años como director de Prevención y Seguridad Vial en la Fundación MAPFRE.

Su lucha, alineada con el ODS 3 (salud y bienestar) -y la meta 3.6 que busca reducir a la mitad el número de muertes y lesiones causadas por accidentes de tráfico-, es convencer a los estamentos y a la sociedad entera del objetivo cero. Es decir, pasar  de más de un millón de muertos al año a ninguno.

En primer lugar, quizá haya que empezar diciendo que moverse es inevitable, ¿no es verdad?

Así es. La movilidad no está relacionada sólo con la economía, sino que es algo humano. Es una cuestión antropológica: queremos salir y descubrir el mundo que tenemos alrededor, estar en contacto con las personas. Lo que pasa es que se nos ha ido de las manos la movilidad.

¿Alguna cifra clave que demuestre por qué se nos ha ido de las manos?

1.350.000 muertos al año en el mundo por colisiones de tráfico (atropellos, vuelcos, choques entre vehículos, etc.) y 50.000.000 de lesionados, según la OMS.

La covid ha producido 4,5 millones de muertes en el mundo en año y medio; la pandemia de las muertes de tráfico, con sus 1.350.000 muertos anuales, sigue sin recibir la atención que merece

Hablar de cifras nos recuerda inevitablemente los números que hemos estado consultando todos los días durante la pandemia.

Fíjate que la pandemia de la covid-19 ha causado hasta la fecha -en un año y medio- 4,5 millones de muertes en el mundo aproximadamente, y nos ha cambiado la vida en todos los modos posibles. Sin embargo, la pandemia de las muertes de tráfico sigue sin recibir la atención que merece.

Y en España, ¿cuál es la realidad?

En nuestro país fallecieron más de 1.700 personas en 2019 y 1.370 en 2020 -un año fuera de estadísticas por las restricciones de movilidad a partir del mes de marzo-. Además, casi 6.700 personas resultaron hospitalizadas en distintos grados de gravedad y otras casi 88.000 lesionadas de menor gravedad.

Sin embargo, comparando con las cifras de los años 90, ahora son mucho menores, ¿no es cierto?

1.700 tragedias. No pienses sólo en los fallecidos, sino en que cada muerto y cada herido grave produce una devastación casi infinita en sus seres queridos. Como ingeniero, calculemos ese impacto, pongamos una media de 10 personas cercanas como mínimo profundamente afectadas, 17.000 o 20.000 personas. Y aún no te he dicho lo más aterrador.

¿Qué es lo más aterrador?

Que nos hemos acostumbrado. Aunque parezca mentira, y de nuevo según datos de la OMS, los siniestros de tráfico son la principal causa de muerte a nivel mundial entre niños y jóvenes de 5 a 29 años. Explicándolo con una perspectiva más humana: es la principal causa de madres y padres perdiendo a sus hijos.

Cada muerto y cada herido grave produce una devastación casi infinita en sus seres queridos

Desde el punto de vista de la siniestralidad laboral también es uno de los ámbitos más importantes.

No sé si queda claro, pero hasta los 50 años, en un país como España, una de las mayores amenazas para nuestra salud era el tráfico.

¿No son los accidentes por caídas o explosiones en el trabajo?

No, la mayor causa de muerte de trabajadores en los países desarrollados son los siniestros de tráfico -uno de cada tres-. Y, en particular, los desplazamientos in itinere de casa al trabajo y de vuelta a casa -el 60%-. Personas como tú y como yo que se desplazan tranquilamente de vuelta a casa o de camino al trabajo con sus preocupaciones y asuntos personales.

El ODS 3 (salud y bienestar para todos) incluye una meta muy ambiciosa, la de reducir a la mitad los muertos por el tráfico vial.

Los objetivos ambiciosos son más efectivos que los más modestos, aunque tienen que ser alcanzables. El objetivo, inicialmente planteado para 2020, no se ha alcanzado y se traslada al año 2030, así que el reto sigue ahí.

También la meta 3.9 pretende reducir la mortalidad por contaminación ambiental -la UE habla de 400.000 muertes en Europa- y en relación con ella podemos hablar de promover modos activos de transporte, o un transporte público accesible y seguro (meta 11.2), así que surgen otras sinergias.

¿Te refieres al transporte público para reducir las emisiones?

Eso es. Además, el autobús es unas diez veces más seguro que el coche. Y si trasladamos personas a los modos activos de transporte, estamos mejorando su salud a través del ejercicio y reduciendo el riesgo vial.

Tenemos que sustituir la testosterona por la oxitocina, la hormona de la empatía

¿Existe una brecha de género?

Los ODS también incluyen la igualdad de género. Hay que recordar que alrededor del 80% de los usuarios fallecidos son hombres y que, en el caso de los motociclistas fallecidos, ese porcentaje asciende hasta el 95%.

Es verdad que los hombres conducen más, pero eso sólo explica parte de la diferencia. Tenemos que, como decimos a veces, sustituir la testosterona masculina por otras hormonas más seguras como la oxitocina, la hormona de la empatía.

Reivindicas «la figura del dominguero».

Sí [sonríe]. Tenemos que reivindicar la figura de los domingueros -sin llegar a estorbar, pero aprendiendo de su menor estrés y prisas al volante-. Y tenemos que conducir más como las mujeres, sin duda más seguras que los hombres, más precavidas y dispuestas a mejorar sus hábitos de conducción.

También tenemos que contar más con los jóvenes. No sólo son los que sufren más los siniestros de tráfico, sino que toda su vida, sus sueños y sus aportaciones a la sociedad están aún por llegar. Necesitamos sus ideas, su energía, y ¡su capacidad para cambiar el mundo!

¿Y respecto a las instituciones como en la que trabajas?

Una de las diferencias entre los Objetivos del Milenio y los ODS es que ya no son una agenda del sector público, sino de la sociedad, el sector privado, las empresas y las organizaciones como Fundación Mapfre. Bajo mi punto de vista, no debe tratarse únicamente de filantropía y donaciones -que son importantes-, sino de la capacidad de innovación y de comunicación.

Los ODS se caracterizan por las 5 P, de las cuales la primera es la prosperidad. Y el sector privado no puede dejarse de lado. Los ODS nos ayudan a abordar los grandes retos actuales de la humanidad de un modo integral, con implicación de todos -incluyendo al sector privado, pero como parte de un sistema- y, sobre todo, aprovechando sinergias.

¿Qué es lo más importante que podemos hacer cada uno de nosotros?

Sin duda lo más importante es que todos nos “revelemos” contra el elevado número de lesiones graves y mortales por siniestros de circulación.

El número de conductores drogados está aumentando progresivamente y ya es casi tan importante como el de conductores borrachos

¿Hay comportamientos inseguros localizados contra los que podamos luchar?

Así es, los pequeños excesos cotidianos de velocidad en ciudad o no respetar la distancia de seguridad con un ciclista o un usuario de patinete. Pero también el diseño de las vías y de los vehículos es clave, y hay que seguir mejorando.

Por ejemplo, la edad media de los vehículos implicados en España en siniestros mortales es de 13 años aproximadamente. Si los pudiéramos sustituir por vehículos nuevos dotados de los últimos avances de seguridad, podríamos reducir radicalmente el número de víctimas en un 50%.

¿Seguimos sin usar el cinturón?

Ya sabemos lo del cinturón en el coche -todavía, uno de cada cuatro fallecidos en España viajaba sin usarlo en el momento de la colisión-, pero también como peatones. Por ejemplo, sigamos respetando las normas básicas como pasos de peatones y semáforo, y hagámonos ver sobre todo por la noche.

Y como ciclistas, usemos siempre el casco y colores vivos y prendas visibles. El casco de ciclista o de usuario de patinete también reduce a la mitad el riesgo vial de lesión grave en la cabeza.

¿Algún otro factor que estéis detectando recientemente?

Sabemos que la primera copa de alcohol ya reduce nuestra capacidad de conducción, igual que una llamada de teléfono, incluso con el manos libres, hace que perdamos el 50% de la información visual que usamos para conducir. Las distracciones son el principal factor en accidentes mortales en España en los últimos cinco años.

Y otro dato muy preocupante en relación con el consumo de drogas: según los últimos datos, el número de conductores drogados está aumentando progresivamente y ya es casi tan importante como el de conductores borrachos.

Fuente: El Español

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