Urge tomar medidas: la concienciación de los conductores, bajo mínimos. Los datos de la siniestralidad vial de este verano y la cifra de víctimas mortales resultado de la violencia vial facilitadas, hace apenas una semana, por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en la sede de la Dirección General de Tráfico,  confirman la pésima trayectoria que está registrando este 2022 y hace saltar nuevamente todas las alarmas. Alarmas que nunca se habían callado.

758 personas han perdido la vida en las carreteras españolas a 31 de agosto de 2022, un 6% más que en el mismo periodo de 2019, último año de referencia valido en términos de movilidad. Esto representa no sólo la vuelta a la normalidad sino la dramática confirmación de que nada está resuelto. Estamos recuperando y superando, desgraciadamente, la normalidad pre pandémica.

Como cada verano, o después de cada periodo vacacional, o cada lunes, tras el fin de semana, los medios solemos hacernos eco de los datos de víctimas mortales y heridos graves resultados de la siniestralidad y la violencia vial.

Y los medios, y la sociedad, por ese efecto de transmisión de sensaciones, asistimos algo anestesiados a ese conteo numérico que nos relatan, con una reacción similar a la de la información bursátil, que nos afecta más cuanto más cercano nos toque.

Pero aquí en realidad estamos hablando, como nos dice Eduard Fernandez en la campaña de la DGT divulgaba antes de este verano, de personas con nombres y apellidos, con una vida, quizá una familia y un proyecto de futuro, que en un abrir y cerrar de ojos se ha truncado, tal vez para siempre.  

Muchas de las víctimas de siniestros de tráfico, de actos de violencia vial, son resultado de no respetar las normas, ni por supuesto, al resto de personas (léase usuarios) con las que convivimos y compartimos las vías

La Velocidad, el alcohol, las drogas, las distracciones, el sueño y la fatiga, y la falta de mantenimiento de los vehículos y las infraestructuras siguen siendo, año tras año, (más de 60 años desde que tenemos registros) las mismas causas que se repiten…

¿Qué está pasando?

La velocidad sigue siendo un gran problema para la seguridad vial: Según el último estudio presentado por la Fundación Línea Directa, el 43% de los conductores reconoce que sobrepasa habitualmente los límites de velocidad. Además, un millón de automovilistas confiesa que ha llegado a circular por encima de los 200 km/h en vía interurbana y otros 2,4 millones que lo han hecho a más de 100 km/h en ciudad.

La DGT ha realizado durante este verano, en los meses de julio y agosto dos campañas de vigilancia y control sobre la velocidad y sobre el consumo de alcohol y sustancias estupefacientes, drogas, en conductores que circulan por calles y carreteras.

Sus resultados no pueden ser más demoledores. Casi 500 conductores son detectados diariamente con presencia de alcohol y/o drogas en su organismo mientras conducen.

La memoria de la Fiscalía General del Estado no apunta un mejor camino: Los delitos de tráfico suponen un tercio de las condenas penales. En concreto el 34 %.

En 2021 los delitos de tráfico se incrementaron como nunca en los últimos años. De hecho, la cifra de delitos contra la seguridad vial del último año es la más alta desde hace una década, y ya entonces eran muy elevadas.

Estos datos no son nada esperanzadores y podemos estar generando la tormenta perfecta.

¿Por qué incumplimos la norma?

Desconocimiento, desidia, inconformismo, apatía, rebeldía, falta de comprensión, sensación de seguridad, falsa percepción del riesgo….

Puede que estemos normalizado socialmente el incumplimiento continuado.

La investigación para la fabricación de vehículos más seguros y el diseño para la  construcción de mejores carreteras, han contribuido, muy notablemente, a bajar las cifras de siniestralidad vial y a minorar la gravedad de sus drásticos efectos en los últimos 30 años.

Pero nos hemos estancado. Nos hemos acomodado. Hemos anestesiado a la sociedad con el modo y la manera de facilitar la información sobre tráfico y siniestralidad vial.

El envejecimiento del parque automovilístico no parece tocar fondo, su falta de mantenimiento la excusamos en razones económicas. El absentismo en las inspecciones técnicas de vehículos hay quien lo justifica como un modo de insumisión social a una imposición administrativa.

La falta de inversión y mantenimiento en las infraestructuras, cuyo mal estado en un riesgo vial presente en el 30% de los siniestros con víctimas, ya ha sido advertida y denunciada públicamente tanto por la Fiscalía de Seguridad Vial como por la Asociación Española se la Carretera.

Pero no debemos olvidar nunca que el 90 por ciento de los siniestros viales se deben al factor humano. A los errores que cometemos los conductores o los peatones. Muchos de ellos derivados de falta de conocimientos y formación adecuadas, escasa educación en valores, o una nula concienciación, que nos llevan a asumir conductas erróneas, en ocasiones temerarias, derivadas de falsas sensaciones de seguridad que nos hacen asumir más riesgos, innecesarios totalmente por otra parte, poniendo en peligro nuestras propias vidas, las de quienes viajan con nosotros o las del resto de personas y usuarios con los que compartimos calles y carreteras.

¿La sociedad es más permisiva o no ve la gravedad de la violencia vial frente a otro tipo de delitos, aun causando más víctimas y daño?

¿Estamos anestesiados por los datos o la manera de contarlos?

225 personas han fallecido en julio y agosto, totalizando 758 desde el 1 de enero de este 2022.

No son 10 más que en el verano de 2019, son 225 más o además, no son 50 más que las muertes del periodo enero-agosto 2019 (708), son 758 más, o además, de las de ese periodo en ese año, y además de las de todos los años anteriores desde que tenemos registros…

El modo en cómo titulamos los medios o cómo pretendemos captar la atención de las audiencias puede desvirtuar el foco de lo que realmente ocurre

Leemos titulares habituales en los medios y redes sociales como por ejemplo

  • Estos son los radares que más multan
  • Estas son las nuevas multas con las que la DGT quiere crujirte
  • Estas son las cámaras con las que la DGT quiere pillarte si usas el móvil o no te pones el cinturón de seguridad
  • La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil “CAZA” a un conductor cuando circulaba a 214 km/h
  • Así son los camiones, furgonetas y motos con los que la DGT quiere pillarte…

Cómo reaccionaríamos, en cambio, si titulásemos por ejemplo:

“Estos son los 20 hospitales, colegios y restaurantes que más multan o denuncian por fumar en su interior”

¿Cómo deberíamos responder la sociedad ante estas situaciones?

Padecemos y estamos alimentando una sociedad insensible al problema, donde la falta de concienciación ante los riesgos reales que entraña el tráfico y sus consecuencias es manifiesta y visible. Triste, dramática y trágicamente palpable.

Las autoescuelas, los centros de formación, pueden desempeñar un papel más activo en la solución en el corto plazo.

No solo para prepararnos mejor como conductores noveles, al principio, sino para irnos mejorando, corrigiendo, actualizando, a lo largo de nuestra vida útil y activa al volante, o al manillar de motos, bicicletas o patinetes. Incluso como peatones.

La Estrategia de Seguridad Vial 2030, la reformada o actualizada Ley de Tráfico, la educación vial obligatoria en las aulas… son gestos y hechos esperanzadores pero que aún tardaran en dar sus frutos.

¿Qué podemos hacer mientras tanto? Para tener soluciones y mejorar resultados en el corto plazo.

Está bien, pero que muy bien, plantearnos salvar vidas.  Pero mejor hacerlo hoy, esta tarde mejor que mañana. Cada día desde ya mejor  que dentro de un año o cinco años, ¿no les parece?

Falta de medios humanos y materiales en las calles y carreteras

Los datos, como dice el director general de Tráfico, Pere Navarro, “nos marcan el camino”. Pero los datos ya no pueden hacer más sino ir empeorando si no actuamos ya.

Ya decía en 1956 Michel Roché, en su libro “el hombre al volante”, concebido casi tres años antes de que se crease la DGT en 1959 que los agentes cuando no están de uniforme, o circulan en sus vehículos particulares, ven hasta un 20 por 100 más de infracciones. Creo que es algo que también vemos todos.

Y por el contrario cuando los vemos, de uniforme, o en sus coches o motos, lo primero que hacemos los conductores es levantar el pie, causando un efecto “safety car” y un calmado del tráfico.

Se trata, por tanto, de generar una actuación más preventiva que reactiva. De no tener que sancionar salvo a quien incumple e infringe obstinadamente, y a pesar de la presencia de policial, las normas y reglas del juego aceptadas por todos cuando obtenemos la licencia para conducir.

Sacar de la circulación a conductores bebidos, drogados, con adicciones,  que superan reiteradamente los límites, que conducen sin carnet, con todos los puntos perdidos, y siguen reincidiendo en los mismos motivos que lo causaron, tiene efectivamente un objetivo recaudatorio: salvar vidas.

Esta es otra de las inversiones prioritarias que debe acometer la Administración del Estado, el Gobierno y las autoridades con competencias en la materia.

Las soluciones a largo plazo están bien, pero hacen falta medidas y soluciones quirúrgicas urgentemente: Formación presencial, reeducación las veces que sean necesarias, concienciación, sensibilización, y una mayor presencia de efectivos para la vigilancia y el control. Por una mayor seguridad y tranquilidad de los usuarios que cumplen las normas y se sienten impotentes y ninguneados. Para beneficio de toda la sociedad.

 

 

“Me lo contaron y lo olvide. Lo vi y lo entendí. Lo hice y los aprendí” (Proverbio oriental)

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