• Conducir no es una cuestión de edad, sino de capacidades y aptitudes
  • “La seguridad vial de los mayores es compleja donde no hay una solución única, sino múltiples y en diferentes escenarios”, según Luis Montoro
  • La frecuencia e intensidad de las exploraciones psicofísicas en los centros de reconocimiento de conductores deben adaptarse a la edad de las personas.
  • Si no mejoramos los protocolos de revisión de la “salud vial” tendremos un gran incremento de siniestralidad.
  • La seguridad de la movilidad de los mayores pasa por renovar el parque de vehículos, una mayor formación y concienciación, mejorar el diseño de las infraestructuras y señalización, y programar una vigilancia de la salud orientada a la conducción

El tremendo siniestro vial ocasionado recientemente por un conductor de 87 años, que circulaba en dirección contraria por la autovía A-7 en la Comunidad Valenciana provocando una colisión múltiple con resultado de cinco fallecidos y cuatro heridos, ha vuelto a abrir el debate sobre los límites de edad razonable para conducir vehículos con garantías y seguridad.

Las personas mayores de 64 años, tanto conductores, como pasajeros y peatones, se encuadran dentro del colectivo de vulnerables por la Dirección General de Tráfico ya que a sus posibles pérdidas de aptitudes psicofísicas (visión, oído, reflejos, atención,…) hay que añadir un mayor riesgo de sufrir mayores lesiones, incluso fallecer, que una persona más joven, en un siniestro de similares características, debido básicamente a la diferencia de la constitución y fortaleza física que tiene el cuerpo humano en función de la edad. De hecho la letalidad en siniestros con personas mayores se puede quintuplicar.

Esto vendría a explicar por qué, aun cuando los mayores de 64 años representan el 19,6% de la población española y el 16,5% del censo de conductores, estos alcanzan el 26% de los fallecidos en siniestros de tráfico.

No podemos obviar tampoco los datos de peatones fallecidos, pues más de la mitad (el 51.6%) y el 39,7% de los peatones heridos graves tenía más de 65 años.

Esto nos indica que son un grupo vulnerable sobre el que prestar mucha atención y dedicar más esfuerzos y recursos.

Según el doctor Montoro, “las capacidades psicofísicas en los mayores hacen que tengan una reacción más lenta, tanto muscular como mentalmente, y, a la hora de pisar el freno, por ejemplo, no lo hacen con la misma intensidad y rapidez que un joven. Lo mismo ocurre  a la hora de interpretar lo que ocurre en su entorno. Por ejemplo, los deslumbramientos afectan de manera muy grave a los conductores de más edad, tienen peor agudeza visual, un campo más estrecho con problemas para percibir lo que hay en los laterales”, enfatiza.

¿Hasta qué edad podemos conducir con seguridad y garantías?

La legislación española actual indica que los periodos de renovación y revisión para un permiso de conducir, tipo, B son de 10 años hasta cumplir la edad de 65 y a partir de este momento, realizarlo cada cinco años.

El artículo 13 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial hace referencia únicamente a las normas generales de conducción y al requerimiento de mantener siempre la atención, pero no a la edad “límite” del conductor: El conductor debe estar en todo momento en condiciones de controlar su vehículo. Al aproximarse a otros usuarios de la vía, debe adoptar las precauciones necesarias para su seguridad, especialmente cuando se trate de niños, ancianos, personas ciegas o en general personas con discapacidad o con problemas de movilidad.

El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencias entre el conductor y cualquiera de ellos.

No podemos realizar la misma exploración a una persona mayor que a una persona joven. Aunque la conducción no sea una cuestión de edad es evidente que con el paso del tiempo las personas envejecemos y nuestras capacidades pueden estar mermadas.

Las personas más mayores pueden presentar perdida de capacidades psicomotoras, pérdida de audición y de visión, que se agrava especialmente de noche, procesan peor la información y su tiempo de reacción y respuesta en más lento y dilatado.

Posibles soluciones

El catedrático de seguridad vial, Luis Montoro, señala que “sin duda nos encontramos ante un problema complejo donde no hay una solución única, sino múltiples y de distintos ámbitos. Pretender reducir la siniestralidad de las personas mayores al volante solo con mejores reconocimientos médicos es una ingenuidad, ya que se han realizado estudios que destacan la necesidad de abordar múltiples factores, como el diseño y mantenimiento de las vías, la complejidad de las señales, la iluminación, la antigüedad de sus vehículos o sus mayores dificultades para ver de noche”.

Incentivar la renovación del parque de vehículos es primordial: «La posibilidad de muerte en un siniestro con un coche de más de quince años de antigüedad es tres veces superior que con uno de menos de cinco años», apunta el presidente de honor de FESVIAL.

Mejora de las infraestructuras tanto en diseño del trazado, señalización horizontal y vertical más clara, incrementar la iluminación de puntos críticos y TCA (Tramos de Concentración de Accidentes), implementar medidas de contención y seguridad de modo que “perdonen” errores y, en definitiva,  resulten más amables y empáticas para el usuario. Continuar desarrollando y mejorando herramientas tecnológicas que ayuden a detectar vehículos que circulen en contra dirección. Las intersecciones complejas, las salidas e incorporaciones a las vías rápidas o la conducción nocturna pueden resultar problemáticas para este sector de la población provocando que se fatiguen más, aumentando sus dudas y una peor coordinación de movimientos.

Realizar exploraciones psicofísicas más exhaustivas cada dos años, al cumplir la edad de 70, acompañando de un programa de vigilancia de la salud vial que contemple las capacidades necesarias para conducir con seguridad, como visión, audición, reflejos, atención, etc.

En este sentido conviene resaltar que entre el 40 y 50 % de personas mayores de 65 años tiene prescrita una media de cinco medicamentos al día y muchos de estos fármacos no son compatibles con la conducción.

Mayor implicación de los sistemas de salud y atención primaria para establecer consejo mínimo sanitario en materia de seguridad vial por parte de profesionales (SAVIMA)  

“En países como Francia o Suecia, por ejemplo, si el médico de Atención Primaria detecta que hay un problema con un paciente o desarrolla una patología que puede afectar a la conducción, lo comunican a las autoridades de tráfico, algo que en España no se hace», señala Luis Montoro.

«Si no conocen los riesgos y los peligros, el problema es muy grave”, apunta Luis Montoro, que aboga por “informar y formar a los mayores y sus familias, y tener en cuenta medidas como aumentar la distancia de seguridad, evitar conducir de noche o por vías de alta capacidad y no desplazarse más allá de un radio concreto y determinado de kilómetros que se considere seguro».

A la vista de los datos y la evolución del colectivo de mayores como vulnerables resulta imprescindible establecer programas de formación específicos para estas personas, en los que se les recuerden las normas básicas, la implementación de las tecnologías y se les ayude a comprender los riesgos a los que por la edad se enfrentan como la conducción nocturna, con climatología adversa, etc.

La mayor esperanza de vida y la longevidad requiere más atención y medidas urgentes. Si no actuamos nos encontraremos un gran problema en el futuro

Según la proyección del Instituto Nacional de Estadística -INE-, en 2068 podría haber en España más de 14 millones de personas mayores, casi el 30% del total de una población que alcanzaría los 48.531.614 habitantes y posiblemente la mayoría de ellos conducirán, lo que podría aumentar drásticamente las cifras de siniestralidad, pero “sin optar por quitarles sin más el carné de conducir, ya que, según sostiene la propia Organización Mundial de la Salud, no es la ley del todo o nada, sino ver la situación y estudiar cada caso», puntualiza Luis Montoro.

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