El año 2019 terminó con un mínimo histórico de víctimas mortales de tráfico en España. Repecto al 2018, un descenso del 7,6% en cifras. Marlaska lo celebra como un éxito, pero eso no está claro

El año 2019 termina con un mínimo histórico de víctimas mortales del tráfico, con un descenso del 7,6% respecto a las cifras del año anterior, totalizando 1.098 fallecidos en accidente de tráfico en las carreteras españolas. Así lo anunciaba la pasada semana el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande Marlaska.

Sin duda son unas cifras buenas, porque suponen una reducción de 90 fallecidos respecto a los datos del año anterior. También se han reducido las cifras de heridos producidos en estos siniestros, que pasan de los 4.569 de 2018 a 4.395 que se han contabilizado en 2019 (un 3,8% menos).

Todas estas cifras suponen un mínimo histórico en España y por ello parece que son buenos resultados, pero yo no estoy convencido de que sean unos resultados tan positivos. Cualquier autocomplacencia en torno a este tema de la seguridad vial no puede esconder que no es aceptable que cada año mueran más de mil personas en accidentes. Y ojo que son cifras solo en las carreteras, que si a estos resultados sumamos las producidas en las ciudades, en continuo crecimiento, el balance es superior.

Grande Marlaska destacaba en su intervención que es una cifra histórica y que es el primer año en el que no se produce ninguna víctima en un autocar, siempre referido a vías interurbanas. También daba importancia a la bajada de fallecidos durante los meses de verano (46 menos que en 2018), que durante 37 días del año pasado se contabilizaron 0 fallecidos y que la siniestralidad en vías secundarias ha descendido un 9,5%, pasando de 884 en 2018 a 800 en 2019.

Comparecencia del ministro en funciones, Grande Marlaska, para hacer balance de la siniestralidad vial en 2019. FOTO ©MIGUEL BERROCAL

Comparecencia del ministro en funciones, Grande Marlaska, para hacer balance de la siniestralidad vial en 2019.

Educación

Un aspecto clave que ha destacado el ministro es «la importancia de la educación en materia de Seguridad Vial y que esta formación se produzca desde edades tempranas. Si hacemos educación desde los colegios, razonablemente podemos tener conductores más responsables y también mejores usuarios de la vía».

Pero el máximo responsable de la DGT y el propio Marlaska como ministro del Interior, deberían dar explicaciones no de lo que ha pasado este año sino de lo que se va a hacer para reducir las más de mil víctimas anuales del tráfico. Marlaska destaca la importancia de la educación en materia de seguridad vial, pero tengo una pregunta: ¿la educación vial es ya obligatoria en todos los colegios de España? Y si aún no lo es, ¿cuándo piensan implementarla? Porque ya en los años ochenta, y hablo de hace cuarenta años, el discurso de la DGT ya era el mismo. Es decir, la educación es un aspecto clave pero el Gobierno no hace nunca nada por implementarla.

Un coche de 2020 es infinitamente más seguro que uno de 2008, porque frena solo ante una emergencia, mantiene la velocidad siguiendo las señales de la carretera, mantiene el carril, evita distracciones del conductor y un sinfín de detalles de seguridad más. Pero la edad media de los coches que circulan por España es de doce años, y sigue creciendo. Lo que hay que hacer es quitar de la carretera los coches más viejos y peligrosos. Y eso debería ser una política impulsada por la DGT, como el mantenimiento de las carreteras, por ejemplo.

Han aumentado las víctimas entre los ciclistas, con 40 fallecidos en las carreteras. Marlaska ha destacado que el 40% de estos fallecidos no llevaban el casco puesto, pero quizá no se acuerda que en ciudad los mayores de 16 años no están obligados a llevar el casco porque la DGT quiere potenciar el uso de la bicicleta en entornos urbanos. ¿Hay alguna diferencia a efectos de seguridad entre llevar el casco circulando en ciudad o por carretera?

Estrategia insuficiente

La política de la DGT, desde que llegó Pere Navarro en la primera legislatura de Zapatero, fue la de llenar España de radares, reducir la velocidad máxima en las carreteras e implementar los más avanzados sistemas de control a los conductores. Pero en ningún caso se han planteado la formación de los conductores o de los niños en los colegios. Si Pere Navarro hubiera presionado entonces, en 2004, para implementar la educación vial en todos los colegios como enseñanza obligatoria, ahora los nuevos conductores tendrían una formación vital para mejorar la seguridad vial, ser más respetuosos.

El previsible nuevo Gobierno ya tiene preparada una batería de medidas para reducir las víctimas, pero es lo mismo de siempre: reducción de la velocidad en las ciudades a 30 km/h, reducción en todas las carreteras no desdobladas a 90 km/h, más multas para los conductores, más radares, etc. Pero ni una sola inversión en nada que no sea comprar radares. En la siguiente legislatura, si la hay, volveremos a hablar de lo mismo de siempre: más educación, más formación… pero lo que habrá será más multas.

Fuente El Confidencial

 

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