La DGT destaca que a esa velocidad, el índice de supervivencia es del 90 %
Las cifras de accidentes graves en carretera han ido bajando progresivamente en los últimos años, en especial desde el 2006, cuando se implantó el carné por puntos. Sin embargo, ese descenso en la siniestralidad en las vías interurbanas no se ha visto reflejado en el ámbito urbano. En las ciudades las cifras de fallecidos y lesionados graves no solo se mantienen, sino que experimentan preocupantes repuntes. El director general de Tráfico lo recordaba hace poco: «Si uno mira la evolución histórica, verá que cada año van subiendo un peldaño los vulnerables, cada vez hay más muertes de motoristas, ciclistas y peatones». La solución de la DGT: «Tenemos que proteger a los vulnerables».
Las ciudades están dando los primeros pasos para ofrecer esa protección a los vulnerables, en especial a peatones y ciclistas.Es la movilidad del futuro, más segura y más amable con el ciudadano, con carriles bici, con más espacios peatonales y con reducción de velocidad en las calles. La DGT ya tiene preparado el plan de medidas urbanas, que establece límites de 30 y de 20 kilómetros por hora, y que solo está pendiente de recibir el visto bueno del Consejo de Ministros. Esa espera se está alargando demasiado, pero las ciudades han tomado nota de la norma y ya se han adelantado aplicando las nuevas limitaciones, como han hecho ya Pontevedra, A Coruña o Vigo. Esas medidas buscan reducir la siniestralidad y, sobre todo, la gravedad de las consecuencias de un accidente, porque los estudios de la Organización Mundial de la Salud y de la DGT constatan que el riesgo de fallecer en atropello se reduce cinco veces como mínimo si el coche circula a 30 kilómetros por hora.
Más fluidez
Ese dato sería suficiente para apostar por las calles 30, pero además la experiencia desarrollada en ciudades europeas demuestra que se reducen también los ruidos y la contaminación. Y además, en contra de lo que piensan los detractores de esta reducción de velocidad, la fluidez del tráfico ha mejorado en las urbes donde ya están implantados esos límites, como ocurre en varias ciudades españolas. Pero el aspecto que más prima es el de la seguridad, como sucede en Pontevedra, pionera en reducción de la velocidad en el casco urbano. Ya no hay accidentes graves en las calles del centro. Los vulnerables de ciudad (peatones y ciclistas) están muy expuestos en caso de accidente, pero a 30 kilómetros por hora, un atropello o una colisión pueden tener unas consecuencias mínimas. Y eso es suficiente motivo para asumir las nuevas limitaciones. El Instituto de Investigación sobre Vehículos Centro Zaragoza, advierte que si el atropello se produce a una velocidad de colisión de 50 kilómetros por hora, la probabilidad de supervivencia del peatón se sitúa aproximadamente en un 50 %. Si el atropello se produce a 30 kilómetros por hora, la probabilidad de muerte se reduce 5 veces, hasta un 10 %. Por encima de esas velocidades, las lesiones son casi siempre mortales, como señalan diferentes informes de la Dirección General de Tráfico y de la Organización Mundial de la Salud. Esos datos son muy significativos, ya que los peatones suponen casi el 50 % de las víctimas mortales en las ciudades.