- Un alumno mal formado es una amenaza para la seguridad vial. Un modelo puramente mercantilista no salva vidas en la carretera.
- Vamos a estar con las autoescuelas, vamos a estar con los profesores, vamos a volcarnos con ellos, vamos a intentar que el sector reme en una misma dirección.
Viendo su currículum está claro que usted cree firmemente en la formación.
Toda la formación que tengo se la debo a mis padres; siempre me insistían en lo bueno que era tener estudios. Ellos se sacrificaron muchísimo para sacar adelante a la familia, somos seis hermanos. Mi padre era funcionario de prisiones, y obtuvo el certificado de profesor de autoescuela, por tener algo más. Esa decisión marcaría mi vida.
En cualquier caso, creo que la formación es importante, pero no lo es todo. Hay personas brillantes que no han estudiado y han conseguido ser magníficos profesionales. Yo lo que valoro es a la persona. El currículum debería hablar de la honestidad, de inquietudes, responsabilidades… y no ser sólo una enumeración de títulos.
¿Cómo fue su inicio en el sector de las autoescuelas?
Mis padres abrieron su primera autoescuela en el año 1984, por lo que prácticamente he estado gran parte de mi vida relacionado con el sector. Cuando me licencié busqué trabajo como economista, pero me pedían tener ya superado el trámite del Servicio Militar o la Objeción de Conciencia (trabajos para la comunidad), eran otros tiempos. Mientras cumplía con ese requisito, eché una mano a mis padres en la autoescuela. Ahí fue cuando empecé a descubrir realmente el sector.
Me sorprendió cómo se ayudaba a la gente, y no sólo a obtener el permiso de conducir; en algunos casos se enseñaba a leer, o se hacía de psicólogo, y se creaban unos vínculos afectivos importantes. Entendí la responsabilidad de esta profesión, que tiene en las manos la formación de personas, que van a manejar un «arma» que puede ser mortal: un vehículo.
Desde el punto de vista empresarial, la autoescuela me brindaba la oportunidad de poner en marcha propias iniciativas sin necesidad de ser aprobadas por un superior. A mí siempre me ha gustado asumir nuevos retos y desarrollar ideas nuevas, algo que en una multinacional no podría haber hecho, al menos en esos inicios. Por todo ello, aquí estoy.
Usted nunca ocultó que quería ser presidente de CNAE. ¿Le sorprende haberlo conseguido tan pronto?
No tenía por qué ocultarlo. Siempre he querido luchar por mejorar el sector, y qué duda cabe, que desde ciertos puestos de responsabilidad se tiene mayor posibilidad de actuación e influencia. Era un paso que debía asumir si quería ser coherente con mis principios; podía haber elegido una postura mucho más cómoda y beneficiosa para mí. Soy de los que dan un paso adelante cuando es necesario, para lo bueno, y para lo malo.
Las elecciones han estado muy reñidas; no ha sido fácil; he de decir que todo el mérito es de un magnífico grupo de personas que han estado trabajando muy duramente durante muchos meses, como un verdadero equipo. Había muchas personas en el sector que demandaban los cambios que nuestra candidatura contemplaba. Y ahora recae sobre este equipo de gobierno la responsabilidad de poner en marcha dichos cambios.
El programa de la candidatura que encabezaba usted era muy ambicioso, de máximos, no de mínimos. ¿Cuáles son las prioridades?
Vamos a pisar la calle, saber cuáles son las necesidades de cada uno de los profesionales que integran el sector. Para ello, hay que establecer vínculos estrechos con todas las asociaciones provinciales, y canales de comunicación que funcionen. Iremos a dichas asociaciones para escuchar directamente de sus asociados cuáles son sus preocupaciones, inquietudes, quejas, recomendaciones.
Queremos que todas las autoescuelas se sientan orgullosas de pertenecer a CNAE, y que vean a esta organización como una aliada que los va a defender en todo momento. Sabemos que, por desgracia, hay ciertos problemas que no se resuelven de la noche a la mañana, incluso que algunos no dependen de nosotros, sino del propio mercado y de las propias autoescuelas en sí.
Estableceremos una primera ronda de contactos con todas las organizaciones que estén relacionadas con la seguridad vial, para hacer un frente común y que rememos en la misma dirección.
Hacen falta profesores.
A día de hoy así es. Sin embargo, hay mucha gente que posee el certificado. Con la crisis, que fue tremenda, se produjo un éxodo y muchos dejaron el sector. Recuperarlos no es fácil, todo depende del entorno laboral que se les ofrezca; horarios, conciliación familiar, salario…
Lo que no podemos pretender es entrar en el mercado low-cost y que haya profesores interesados en trabajar sin que se les reconozca su labor, ni se les remunere adecuadamente.
También debemos dignificar la profesión para que sea atractiva, y valorada por la sociedad en general.
Pronto se sentarán ustedes con los sindicatos a negociar un nuevo convenio.
Sí y defenderemos, como no puede ser de otro modo, los intereses de las autoescuelas. Pero insisto: vamos a apostar sí o sí por los trabajadores, por los profesores de formación vial, para que estén bien formados y motivados, porque su papel es clave a la hora de salvar vidas.
Por desgracia, el sector vive desde hace muchos años inmerso en una situación muy difícil, debido a variables externas e internas. Entre las primeras está la crisis económica y entre las segundas, la extraordinaria competitividad que ha precarizado la profesión. Por tanto, a la hora de mantener a los profesionales motivados, bien formados, bien pagados, etc., operamos con ciertas limitaciones. Si ganamos cinco no podemos pagar seis. Hay que buscar el equilibrio, y favorecer un entorno laboral lo más grato posible, dadas las circunstancias.
Hablando de la formación de los profesores, ¿qué le parece el currículo que ha preparado la DGT?
El título de Técnico Superior en Formación para la Seguridad Vial y Movilidad es muy interesante, pero no perdamos de vista que quizá haga falta un periodo transitorio porque la diferencia entre los nuevos requisitos y los antiguos es enorme, lo que puede traducirse en una agudización de la escasez actual de profesionales. Queremos una mejor formación y reconocimiento para los profesores, pero habría que implantar el nuevo título de modo gradual, buscando un equilibrio.
La escasez de examinadores de Tráfico es otro de los problemas que preocupan al sector.
Rotundamente sí, necesitamos más examinadores. Tenemos la suerte de que el actual director general de Tráfico, Pere Navarro, lo sabe y está tomando medidas. Hay muchas opciones, pero lo que es insoslayable es la necesidad de tener examinadores suficientes porque de lo contrario la planificación de la enseñanza se trastoca por completo, lo que repercute negativamente en la formación de los futuros conductores. La prueba es que, en cuanto se han reducido las listas de espera para la prueba de circulación, en aquellas jefaturas que las padecían, el porcentaje de aprobados ha mejorado. Además, el aspirante a conductor paga por anticipado el servicio de exámenes y es de justicia que lo reciba de un modo adecuado.
¿Hay alguna expectativa real de sacar a las autoescuelas de la Ley Ómnibus?
Que sea complicado, no nos exime de intentarlo. Hay países europeos en los que las autoescuelas han quedado fuera de este marco regulador. Nosotros no estamos en contra de la competencia, pero no se debería permitir cualquier cosa con el pretexto de fomentarla. Nuestro sector tiene una gran trascendencia para la seguridad vial.
Un alumno mal formado es una amenaza para la seguridad vial. Un modelo puramente mercantilista no salva vidas en la carretera.
El objetivo es lograr un tipo de autoescuela que equilibre la perspectiva empresarial y la función social y educativa que tiene encomendada. La Administración debería fomentar la autoescuela de calidad.
¿Necesita el sector un mayor nivel empresarial?
Por desgracia, con frecuencia se fijan los precios mirando de reojo a los del vecino, lo cual no es muy profesional. Esto se convierte en una guerra fratricida que busca la eliminación del competidor, pero que acaba con la destrucción del sector en su conjunto.
A este respecto, queremos suscribir acuerdos con escuelas de negocios y universidades para impartir a los propietarios y directores de las autoescuelas cursos sobre modelos de gestión, donde aprendan a conocer su estructura de costes, sus ingresos y la viabilidad de sus decisiones. Si el negocio es viable, se podrá remunerar mejor a los profesores, disponer de herramientas didácticas más adecuadas, y será mejor la calidad del servicio, con lo que ello pudiera suponer en términos de seguridad vial. Es toda una cadena.
¿Cómo piensan combatir el low cost?
El low cost, de entrada, no es ilegal, a no ser que se lleve a cabo mediante prácticas irregulares, no cumpliendo con los requisitos legalmente establecidos, y eso proporcione una ventaja competitiva en la estructura de gastos, lo que sería una competencia desleal y por tanto fraudulenta. Para combatir todo esto, crearemos en CNAE una Oficina Antifraude.
Aunque el low cost bien practicado sea legal, prima lo económico sobre lo educativo; yo apuesto por la calidad, en la mayoría de los casos, la reducción de costes desde la perspectiva low cost y calidad no suelen ir de la mano. ¿Por qué es importante la calidad en nuestro sector? Simplemente porque la vida de muchas personas puede depender de ello; cuando hacemos bien las cosas, salvamos vidas.
Es de lamentar que la sociedad en general y otros entes no estén al tanto de esta circunstancia.
¿En qué consistirá esa oficina antifraude, que van a crear ustedes?
Llevamos en nuestro programa algunas medidas para luchar contra la competencia desleal. La oficina antifraude es una de ellas. Hace falta tiempo y dinero, y a las autoescuelas y asociaciones no les sobra. CNAE posee los recursos para seguir una línea de investigación, de acreditación de pruebas, y denunciar, si procede. Combatir la competencia desleal redundará en una competencia sana y beneficiosa para el sector.
¿Cómo ve la relación con las instituciones?
Consideramos muy importante trabajar conjuntamente con ellas en aras de conseguir el objetivo fundamental, que es mejorar la seguridad vial.
Trabajamos bajo un marco regulatorio que influye en nuestro quehacer diario, tanto nacional como europeo. La DGT es la entidad con la que tenemos un contacto más estrecho en España. Pero de Europa llegan la mayoría de las normativas que nos afectan: las famosas directivas. Ahí también tenemos un trabajo continuo y constante con la Comisión Europea, en concreto con la Dirección General de Movilidad y Transporte (DG MOVE).
Por lo tanto, CNAE trabaja desde hace muchos años en todos estos ámbitos, llevando a cabo distintas iniciativas encaminadas a mejorar la seguridad vial, a nivel nacional y europeo, incluso también en Iberoamérica. Hay que recordar que CNAE preside tanto la Federación Europea de Autoescuelas (EFA) como la Asociación Iberoamericana de Centros de Educación y Formación Vial (AICEFOV).
¿Qué institución del Viejo Continente, de aquellas a las que pertenece la Confederación, le parece más importante?
Todas lo son: la Comisión Internacional de los Exámenes de Conducción (CIECA), la Federación Europea de Autoescuelas (EFA) y el Consejo Europeo para la Seguridad en el Transporte (ETSC). Este último goza de una gran reputación en el seno de la Comisión y el Parlamento europeos. Mantenemos una relación muy estrecha y leal con su director ejecutivo: Antonio Avenoso. Estamos trabajando en el seno del ETSC y también a través de la EFA en un proyecto a nivel europeo para probar que una formación de calidad salva vidas.
La competencia es buena; donde no hay competencia crece la incompetencia, pero estamos hablando de vidas humanas, que hay que proteger, y una de las maneras de hacerlo es procurando que los aspirantes a conductores reciban una muy buena formación.
Entramos en la esfera de la formación presencial.
Efectivamente. El examen teórico que tenemos en España no es idóneo, pues basta en la mayoría de los casos con memorizar las preguntas y las respuestas. Un 80% de lo que se aprende de este modo se olvida a los pocos días. Las clases presenciales son imprescindibles para que los alumnos interioricen al volante actitudes y comportamientos seguros, y la mayor parte de los países de nuestro entorno las tienen. Es ineludible pasar por el aula y recibir una enseñanza basada en un programa que contemple los principales factores de riesgo, aquellos que causan la mayor parte de los accidentes graves.
Si el examen cambiara, la enseñanza también lo haría.
Es indudable. El modelo de examen es un gran condicionante de la formación.
Reclamamos la introducción de vídeos de percepción de riesgo en el examen teórico, tal y como se hace en distintos países, con muy buenos resultados en términos de reducción de accidentes desde su uso.
También hemos pensado en cursos y talleres para nuestros profesores sobre: coaching, gaming, Programación Neuro-Lingüística (PNL), etc. El proyecto europeo Hermes pone en valor la utilización de toda esta serie de herramientas comunicativas que sirven para que el mensaje del profesor llegue mucho mejor al alumno.
¿La realidad virtual?
También. Como patronal tenemos que estar al día con respecto a los adelantos que puedan venir. La sociedad nos puede percibir como un sector que no está a la última. Hay que incorporar las nuevas tecnologías al quehacer de la autoescuela. Aquí entran la realidad virtual, el eye tracking (registro visual), las cámaras de 360º (para grabar las clases), etc. Por este motivo vamos a crear un departamento de I+D+i.
Como es conocido, es muy importante para cualquier industria, sector, país, invertir en investigación, desarrollo e innovación.
Pero quizá esa modernización requiera un esfuerzo inversor y pocas empresas puedan permitírselo.
Es verdad que no sobra el dinero en el sector, pero hay que estudiar fórmulas que nos permitan abaratar el coste de las mejoras. En el asunto de la realidad virtual, CNAE puede crear unos escenarios (por ejemplo, cómo actuar en caso de accidente). La Confederación desarrollaría el programa o software y lo pondría a disposición de las autoescuelas. El hardware (el dispositivo, las gafas, etc.) se podría abaratar comprando muchas unidades, en virtud del conocido fenómeno de las economías de escala.
Nuestra tasa de fallecidos en un siniestro vial por millón de habitantes es de las mejores de Europa y del mundo. Alguien podría pensar que no es necesaria la formación presencial obligatoria.
La única tasa aceptable es la tasa cero, y todavía muere mucha gente en nuestras carreteras. Además, uno de los factores en virtud del cual se ha reducido considerablemente la siniestralidad vial grave en España es el permiso por puntos. El programa sensibilizador y reeducador del permiso por puntos es obligatorio y presencial. Y, por si fuera poco, la inmensa mayoría de los infractores que pasan por los cursos no se explican por qué la enseñanza que ellos han recibido no se imparte a los aspirantes a conductores. (Lo atestiguan varios estudios hechos por prestigiosas universidades). Pues bien, ¿por qué en vez de actuar a posteriori no lo hacemos a priori? ¿Por qué, en vez de esperar a que se produzcan las infracciones, y peor todavía, los lamentables accidentes, no nos anticipamos y formamos bien a los futuros conductores?
¿Es la conducción autónoma el gran enemigo de las autoescuelas?
El vehículo totalmente autónomo quizá haría superfluo al conductor, pero yo creo que a día de hoy hay mucho marketing con respecto a este asunto. No va a ocurrir ni mañana ni pasado. Me gustaría señalar que los aviones son prácticamente autónomos, y sin embargo, no se ha prescindido de los pilotos; todo lo contrario, reciben una formación exhaustiva para prevenir cualquier contingencia.
No obstante, CNAE quiere estar completamente al día en este asunto y mantener informado al sector. Por eso ha creado el Observatorio Nacional de la Conducción Automatizada y Sostenible (ONCAS).
Lo que, de momento, tiene relevancia para el quehacer del sector son los Sistemas Avanzados de Ayuda a la Conducción (ADAS), algunos de los cuales se permiten en las pruebas de circulación de los permisos de conducir. Nuestros profesores han de estar al día para poder familiarizar a sus alumnos con unos dispositivos, muchos de los cuales vienen de serie en los vehículos, cuyo funcionamiento se desconoce por la mayoría de los conductores. Esa ignorancia puede hacer que los ADAS, concebidos para facilitar la conducción segura, confundan al usuario y lo aboquen a situaciones de peligro.
¿En qué va a cambiar CNAE?
Nosotros venimos con la ilusión de mejorar. Como dije antes, nuestro sello distintivo será pisar la calle; vamos a estar con las autoescuelas, vamos a estar con los profesores, vamos a volcarnos con ellos, vamos a intentar que el sector reme en una misma dirección. Estudiaremos los proyectos más interesantes que tengan entre manos las asociaciones y las ayudaremos a que los lleven a cabo.
Vamos a estar con las autoescuelas, vamos a estar con los profesores, vamos a volcarnos con ellos, vamos a intentar que el sector reme en una misma dirección.
Hacer algo por las buenas o por las malas…