Primero fue la crisis económica de 2008. Después la huelga de los examinadores de 2017. Ahora la pandemia global del coronavirus. Estos son los impactos que han recibido las autoescuelas en la última década, un sector atomizado, compuesto en su mayoría por microempresas.

Más de 8.700 a finales del año pasado en las que trabajan 17.000 profesores. «La mayoría ha solicitado ERTE. La idiosincrasia del sector hace que la competencia de precios sea muy alta y los márgenes bajos. No hay grandes reservas o provisiones. Me temo que por el camino pueden quedarse bastantes», señala Enrique Lorca, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), quien a pesar del comentario se define como «optimista por naturaleza. Nos toca demostrar lo que valemos. Estamos trabajando por encima de nuestras expectativas».

Lorca lleva en el cargo desde enero. Se impuso en las elecciones de CNAE a José Miguel Báez, quien llevaba en el cargo más de tres décadas. Este economista de formación se convirtió en 2015 en presidente de la patronal murciana y está también al frente de la Federación Europea de Autoescuelas, por lo que conoce al detalle el negocio.

«Cada mes de inactividad nos cuesta 100 millones de euros», asume. Para paliar el tornado económico, esta asociación ha llegado a acuerdos con financieras automovilísticas para aplazar los pagos de leasing de los vehículos, así como ha conseguido que la aseguradora Zurich rebaje hasta un 60% el importe de las primas mientras dure el estado de alarma.

Una vuelta escalonada

Este martes el Gobierno incluía la apertura de las autoescuelas en la fase 2, que se activará el 25 de mayo. «La vuelta va a ser escalonada. No se va a concentrar. Habrá cierta animadversión, como en otros oficios, a los contagios. A esto hay que unirle el componente económico. Muchos padres de alumnos estarán afectados por un ERTE. No va a ser la situación más idónea».

En relación con estas ideas, Lorca pide que existan expedientes «flexibles»: «No tiene ningún sentido que el Estado haga lo posible por mantener las empresas, que aguantemos… Y que cuando regrese la actividad lo hagamos con el 100% de la plantilla pero con el 50% de la actividad. Si esto sucede, terminaremos por darle la puntilla a las autoescuelas que hayan sobrevivido. Vaya por delante que nuestra intención es mantener todo el empleo».

Sacarse el carné en España cuesta de media entre 700 y 800 euros. El presidente de la CNAE opina que «no es caro, Absolutamente no. Es muy económico. Demasiado. Tanto que está poniendo en peligro la sostenibilidad de las autoescuelas. Hay que tener en cuenta los precios que se manejan, en los que se incluye IVA, tasa a Tráfico y gastos derivados de un vehículo que en cualquier caso no baja de los 15.000 euros. Además de los profesores acreditados por la DGT o el alquiler de los centros. ¡No es un gasto, es una inversión en salvar vidas! Yo recomiendo a cualquier padre que le de una buena formación a su hijo. Eso va a ayudar a crear conductores seguros. El permiso de conducir es una vez en la vida. El seguro cada año. Cualquier móvil de última generación cuesta más que el carné de conducir».

A pesar de esta defensa, CNAE es partidaria de recuperar las subvenciones para sacarse el carné, tal y como sucedió en 2007, siendo también director de Tráfico Pere Navarro. Por aquel entonces, los jóvenes recibían un crédito entre 500 y 1.000 euros sin intereses a devolver en tres años. «De este modo se favorecerían dos cuestiones. Por un lado, la inserción laboral, para la que sigue siendo importante contar con un permiso de conducir; por otro, para reactivar y dinamizar el sector de las autoescuelas».

La obtención del carné es una cadena. De ahí que también sea necesario llegar a acuerdos con los examinadores. En noviembre, Tráfico reconocía un tapón de 300.000 pruebas pendientes, achacadas en gran parte a la huelga que mantuvo este colectivo desde junio hasta diciembre de 2017.

Según Formaster, a estos habrá que unirle 160.000 alumnos que se quedarán sin prueba por la crisis del coronavirus. «Queremos volver a la normalidad cuanto antes. Para ello es necesario resolver cuestiones como las que han vivido estos últimos años algunas jefaturas, incapaces de absorber el volumen de pruebas. Una autoescuela no puede funcionar si los alumnos no van a examen».

«La formación online es sólo un complemento»

La falta de examinadores ha sido una reivindicación histórica hecha por todos los actores de la formación vial. De ahí que la DGT haya abierto la puerta a esta profesión a Guardia Civiles en la reserva, militares o funcionarios de correos. «Hemos tenido un primer contacto con Asextra (la asociación profesional de los examinadores) y he de decir que ha sido muy positivo. Entienden el sufrimiento que provoca esta crisis. Tienen que arrimar el hombro y estoy convenido de que lo harán. Lógicamente, piden medidas preventivas adecuadas».

Este es otro de los retos que deberán asumir las autoescuelas en su vuelta a una ‘normalidad’ diferente a la que recordábamos. Lorca detalla que están elaborando un protocolo de seguridad que contempla la adquisición de máquinas de ozono para desinfectar o pantallas que impiden el contagio, a sabiendas de que la distancia social de dos metros dentro de un coche entre alumno y profesor es imposible. «Vamos a elaborar una certificación que asegure que los coches y los centros están libres de Covid-19».

Algunos aspirantes han seguido accediendo a contenidos formativos a través de una plataforma online de CNAE. Pero la postura de la asociación al respecto de la formación a distancia es muy clara: «Es un complemento para esta situación de emergencia para los que ya estaban apuntados en las autoescuelas y querían seguir progresando. La docencia presencial es imprescindible. Asegura que el alumno apruebe antes y, sobre todo, sale más preparado en concienciación y seguridad vial. Lo estamos viendo estos días. La concentración a través de la formación online no es igual. Por ejemplo, en un accidente de tráfico es fundamental saber cómo se actúa en los momentos posteriores. Se pueden aprender primeros auxilios por ordenador, pero, ¿cómo se le practica una maniobra RCP si no es con un maniquí?».

«Es razonable que los usuarios de patinete obtengan destrezas»

Esta firme defensa está enraizada con el debate abierto por la intención de la DGT de fijar ocho horas obligatorias presenciales para sacarse el carné. El objetivo: concienciar sobre colectivos vulnerables (ciclistas o peatones), el consumo de alcohol o las distracciones al volante por el móvil. Lecciones impartidas por profesores y testimonios reales.

Competencia elaboró un informe no vinculante en noviembre del año pasado contrario a esta obligatoriedad presencial, alegando que iría contra la libre concurrencia de, por ejemplo, las llamadas autoescuelas digitales.»Puedo asegurar que todas las asociaciones de víctimas apoyan estos módulos».

Lorca es partidario de una formación continua en el tiempo. Que sacarse el carné no sea un acto único que sólo se enmienda con cursos como los de recuperación de puntos. «Es imprescindible que, en un entorno muy cambiante como el de la conducción, exista una actualización de conocimientos». También, «aplicando el sentido común», ve propicio que la formación vial se adapte a la nueva movilidad. ¿Cómo? «Es razonable que un usuario de bicicleta o de vehículo de movilidad personal (VMP) adquiera unas destrezas para que pueda interactuar con otros de la manera más segura posible».

Sobre la transformación ecológica de la automoción, el presidente de CNAE está a favor de ayudas específicas para las autoescuelas que fomenten el uso del vehículo eléctrico. «Si sabemos que todo el que los usa cae enamorado de ellos, hagamos que los prueben. Trabajamos en favorecer esa implementación pero este tipo de vehículos siguen siendo caros. ¿Por qué no algún tipo de ayuda como las que reciben los taxis?». A este respecto, países como Austria o Alemania tienen experiencias piloto en las que los alumnos empiezan con un vehículo eléctrico (automático) y terminan su formación con uno manual con el que se examinan. Un programa mixto para familiarizarse con dos realidades cada vez más conectadas.

Fuente: Expansión

 

 

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